Los enemigos de la Iglesia, comunistas y masones, hicieron un esfuerzo organizado para infiltrar a la Iglesia Católica
08 de Noviembre de 2014
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vaticanocatolico.com
Actualizado: 08 de Noviembre de 2014
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Declaraciones de comunistas y masones acerca de su plan de infiltrar la
Iglesia Católica y colocar a sus propios hombres en los cargos más
altos…
Papa León XIII, Dall’alto, # 2, 15 de octubre de 1890: “No es necesario ahora enjuiciar a las sectas masónicas. Ellas ya están juzgadas; sus fines, sus medios, sus doctrinas, y sus acciones, son por todos conocidos con certeza indiscutible. Poseídas por el espíritu de Satanás, del cual son su instrumento, se queman como él por su odio mortal e implacable a Jesucristo y a su obra; y se esfuerzan por todos los medios por derrocarla y eliminarla”[1].
Papa León XIII, In ipso, # 1, 3 de marzo de 1891: “Sin embargo, duele pensar que los enemigos de la Iglesia, unidos en una conspiración tan malvada, trabajen para debilitar e incluso, si es posible, eliminar completamente ese edificio maravilloso que Dios ha erigido como un refugio para la raza humana”[2].
Es un hecho conocido que los comunistas y los masones hicieron un esfuerzo organizado para infiltrar la Iglesia Católica. Ellos enviaron a un gran número de sus hombres al sacerdocio para colocarlos en cargos altos con el fin de debilitar y atacar a la Iglesia.
La Sra. Bella Dodd fue miembro del Partido Comunista de Norteamérica, y si el partido hubiera ganado la Casa Blanca, ella habría sido designada Procuradora General. Después de su deserción, ella reveló que uno de sus puestos de trabajo como agente comunista era animar a los jóvenes radicales (que no siempre eran comunistas con carnet de pertenencia) que entraran en los seminarios católicos. Ella dijo que antes de abandonar al partido en los EE.UU., había alentado, siendo ella una comunista, a casi mil jóvenes radicales que se infiltraran en los seminarios y en las órdenes religiosas.
El Hermano Joseph Natale O.S.B., fundador del Monasterio de la Sagrada Familia, estuvo presente en una de las conferencias de Bella Dodd en los primeros años de la década de 1950. Él declaró lo siguiente:
“Escuché a esa mujer por cuatro horas y me tenía con los pelos de punta. Todo lo que ella dijo se ha cumplido al pie de la letra. Se podría pensar que ella era el profeta más grande del mundo, pero no era ningún profeta. Sólo estaba haciendo una exposición, paso por paso, del plan de batalla de la subversión comunista contra la Iglesia Católica. Ella explicó que, de todas las religiones del mundo, la Iglesia Católica era la única a quien temían los comunistas, puesto que era su único adversario efectivo”[3].
Bella Dodd se convirtió al catolicismo al final de su vida. Hablando como ex comunista, ella dijo: “En la década de 1930, pusimos once mil hombres en el sacerdocio con el fin de destruir a la Iglesia desde adentro”. La idea era que estos hombres fueran ordenados, y luego ascendieran por la escala de influencias y de autoridad como monseñores y obispos. En aquel entonces, ella dijo: “Ahora mismo, ellos están en los lugares más altos en la Iglesia. Están trabajando para lograr un cambio para que la Iglesia Católica no sea eficaz en contra del comunismo”. Ella también dijo que estos cambios serían tan drásticos que “no se reconocería a la Iglesia Católica” (esto fue 10 a 12 años antes del Vaticano II).
El Hermano Joseph relata que Bella Dodd también había dicho: “La idea era destruir, no solo la institución de la Iglesia, sino la fe de la gente, e incluso utilizar la institución de la Iglesia, si fuera posible, para destruir la fe mediante la promoción de una falsa religión: algo que pareciera ser el catolicismo, pero que no lo fuera realmente. Una vez que la fe fuese destruida, explicó, habría un complejo de culpa introducido en la Iglesia… para etiquetar a la Iglesia de ‘anticuada’ como algo opresiva, autoritaria, llena de prejuicios, arrogante en afirmar ser la única poseedora de la verdad, y responsable de las divisiones de las entidades religiosas a lo largo de los siglos. Esto sería necesario para causar vergüenza a los líderes de la Iglesia en una ‘apertura al mundo’, y una actitud más flexible hacia todas las religiones y filosofías. Los comunistas entonces se aprovecharían de esta apertura con el fin de socavar a la Iglesia”[4].
Los masones hicieron un intento similar de infiltrar a la Iglesia Católica y elevar a sus hombres a los niveles más altos. La sociedad secreta luciferina, los carbonarios, conocida como la Alta Venta, publicó una serie de Instrucciones Permanentes, o Código de Reglas, que aparecieron en Italia en 1818. En ella decían:
“… Es un deber de las sociedades secretas hacer el primer ataque a la Iglesia y al papa, con el objeto de conquistarlos a los dos. La obra para la que nos ceñimos no es una obra de un día, ni de un mes, ni de un año. Puede durar por muchos años, tal vez un siglo… Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y esperar, así como los judíos esperan al Mesías, es un papa de acuerdo a nuestras necesidades. Necesitamos un papa para nosotros, si tal papa fuera posible. Con ese papa marcharemos de forma más segura al asalto de la Iglesia, que con todos los libritos de nuestros hermanos franceses e ingleses”[5].
El mismo documento masónico hizo esta predicción asombrosa:
“En un plazo de cien años… los obispos y sacerdotes creerán que están marchando detrás de la bandera de las llaves de Pedro, cuando en realidad estarán siguiendo nuestra bandera… Las reformas tendrán que ser introducidas en nombre de la obediencia”[6].
Estas organizaciones y los individuos que pertenecen a ellas son agentes que el diablo usa para atacar a la verdadera Iglesia de Cristo.
Efesios 6, 12: “Porque no es nuestra lucha contra carne y sangre, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos en los aires”.
El 3 de abril de 1844, un líder de la Alta Venta que se hacía llamar Nubius, escribió una carta a otro masón de alta posición. La carta también habla sobre el plan de infiltrar a la Iglesia Católica, y el intento de poner a un “papa” masónico, que promoverá la religión de la masonería: “Ahora bien, a fin de garantizar un papa en las proporciones necesarias, debemos en primer lugar preparar a una generación digna del reino que soñamos… Deja que el clero avance bajo su bandera (la bandera masónica) siempre creyendo que están avanzando bajo la bandera de las llaves apostólicas. Echad la red como Simón Bar Jonás; extiéndela hasta el fondo de las sacristías, los seminarios y conventos… Habrás realizado una revolución vestido con la triple corona del papa y la capa, llevando la cruz y la bandera, una revolución que sólo necesita un pequeño estímulo para incendiar los cuatro cantos de la tierra”[7].
El masón Eliph Levi dijo en 1862: “El día llegará en que el papa… declarará que todas las excomuniones están suprimidas y todos los anatemas retirados. Cuando todos los cristianos estén unidos dentro de la Iglesia, cuando los judíos y los musulmanes sean bendecidos y llamados de nuevo a ella… permitirá que todas las sectas se le acerquen poco a poco y abarcará a toda la humanidad en la comunión de su amor y oraciones. Luego, los protestantes ya no existirán. ¿Contra qué van a protestar? El Sumo Pontífice será entonces verdaderamente el rey del mundo religioso, y él hará lo que él quiera con todas las naciones de la tierra”[8].
Un sacerdote apóstata y ex-abogado canonista[9], llamado P. Roca (1830-1893), después de que fue excomulgado, dijo: “El papado caerá; va a morir bajo el cuchillo sagrado que los padres del último concilio forjarán”[10]. Roca también dijo: “Debes tener un nuevo dogma, una nueva religión, un nuevo ministerio, y nuevos rituales que sean muy parecidos a los de la Iglesia que se habrá rendido. El culto divino dirigido por la liturgia, el ceremonial, el ritual y los reglamentos de la Iglesia Católica Romana se someterán en breve a una transformación en el concilio ecuménico”[11].
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Notas:
[1] The Papal Encyclicals, por Claudia Carlen, Raleigh: The Pierian Press, 1990, vol. 2 (1878-1903), p. 226.
[2] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878-1903), p. 237.
[3] Declaración del Hno. Joseph Natale relatando lo que dijo la ex-comunista.
[4] Declaración del Hno. Joseph Natale relatando lo que dijo la ex-comunista.
[5] The Permanent Instruction of the Alta Vendita.
[6] The Permanent Instruction of the Alta Vendita.
[7] NUBIUS, Instrucciones Secretas sobre la Conquista de la Iglesia, en Emmanuel Barbier, Les infiltrations maconiques dans l’Eglise, Paris/Brussels: Desclée de Brouwer, 1901, p.5; parte de esto también en Piers Compton, The Broken Cross, Cranbrook, Western Australia: Veritas Pub. Co. Ptd Ltd, 1984, p. 15-16.
[8] Dr. Rara Coomaraswamy, The Destruction of the Christian Tradition, p. 133.
[9] Piers Compton, The Broken Cross, Cranbrook, Western Australia: Veritas Pub. Co. Ptd Ltd, 1984, p. 42.
[10] Dr. Rudolf Graber, Athanasius and the Church of Our Time.
[11] Piers Compton, The Broken Cross, p. 42.
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